viernes, 29 de septiembre de 2017

Las ruinas

Resplandeces como lo sabes hacer siempre, los círculos perfectos se encuentran con el caos. Trenzados y amarrados en las llamas de lo infinito, en lo que vive más allá de la vida, pero muere en ella.

¿Soy feliz? Me pregunté cuando el viento era fuerte y estaba en el ojo que destruye. Lo fui, en el remolino, cuando termina quedan ruinas y todo se desvanece. Amo el torbellino, a la bestia dentro de él. Las ruinas son las que no me dejan dormir. Veo los restos de algo que no fue mío, ni tuyo, algo que nació en el choque para morir después.

Es sencillo pensar que eres la muerte y la destrucción, una catástrofe natural, que arrasa sin moral todo. Pero ahí aparezco con espíritu suicida deseando entender lo incomprensible. Frente a ti en la orilla de un pozo sin fondo. Creyendo que el torbellino está fuera, cuando también está dentro.

Lo vi al instante que tu cabello descubrió los ojos y vi una tragedia pasada, viva, un fantasma desnudo, la cara del caos. Y no eras tu, ni la aparecida, era yo, cargando muertos dentro de mi. Las ruinas no se quedaban fuera, se quedaban dentro de mi, en fantasmas.

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