jueves, 20 de marzo de 2014

En tu corazón

Soy una piedra en tu pecho, me dejaste ahí como las que se forman en otros órganos. Vivo contigo y dentro de ti, vamos recorriendo caminos e historias, casi somos uno mismo.

De repente te doy problemas, quieres amar y la piedrita hace que duela. La sangre bombea por la excitación y duele. Soy una pequeña molestia, como la piedrita del zapato que no te deja andar. Insignificante parezco pero no te dejo andar. 

Si me sacas de tu corazón, ¿seguirá? ¿Seré un cálculo que te acompañará siempre? ¿Qué lugar ocupo fuera de tu corazón si ahí nací? Él me alimentó con cariño y amor. 

Ve a ver al médico para que nos separen, que me extirpen de ti que eres mi casa. Puede ser que la operación sea mortal y yo me quede sin casa y tú sin piedra. 

Salir, dejarte ir pero tu corazón no me deja. Estoy enterrado en el núcleo de él, entre sangre, vísceras, carne y huesos, pero sobre todo sentimientos. 

Tal vez no me quiero ir, quisiera estar en tu pecho toda la vida y morir contigo como esa pequeña molestia que amas y cargas en tu corazón.

miércoles, 19 de marzo de 2014

El género

Aún recuerdo aquel examen psicológico con pesar, yo me decía ser una persona progresista, abierta, que podía entender las complejidades de la vida y de lo humano sin temor ni horror; pero el resultado era otro: tiene una visión convencional de la mujer.

Fue un golpe a la historia que me contaba de mi, parecía que me engañaba, que aquello que decía y hacía dejaba ver a los demás algo diferente de lo que veía de mi. Parece trivial y un lugar común, al mismo tiempo fue una invitación a repensarme.

Me veía dentro de la población vulnerable, era yo un joven de veintitantos años, estudiante y fanático de un género musical socialmente rechazado. Así fui poco a poco abriendo mis ojos para intentar ver aquello que es evidente pero no se puede apreciar, que en el fondo es la discriminación.

Me di cuenta poco a poco como esos relatos que hacemos de nosotros mismos están sesgados, que aquellos que plantean y muestran un lado progresista o "liberal" pocas veces son conscientes de ello y más bien responden a un status quo.

Cómo entender la carga del género en la posmodernidad y el eclecticismo de todos los días, y, además, en la violencia contra las mujeres y demás de la música que me gusta. La salida es complicada pero sencilla al final, lo malo es que es parte del relato falso que cargaba.

Aquellas cosas que consideramos significativas se rigen, generalmente, por aquello que nos parece bueno para cada uno, no hay problema aparente. Pero nuestros momentos y necesidades cambian constantemente, las cosas entran en un contexto y respondemos adecuandonos a tal.

A mi me parecía nefasta la violencia contra las mujeres; pero al estar en un contexto en el que se ejercía, de forma simbólica naturalmente era capaz de tolerarla, al final, pensaba, no hace daño a nadie, son sólo palabras.

Sin embargo, la violencia simbólica tiene un gran peso en nuestra día a día, constituye el relato y el parametro por el cual estructuramos a lo que nos enfrentamos. Las decisiones morales que se nos presentan se moldean por tal relato y el relato se reproduce una y otra vez, en las cosas más simples y banales de la vida.

Regresando de forma mas clara a mi caso, cómo darme cuenta de lo que no veía. Sufrí un evento cerebral que me llevo a ser una persona inestable emocionalmente y además, a tener secuelas físicas y así enfrente el relato del loco, enfermo, nervioso y demás. Hay una historia para cada uno de eso adjetivos, un relato social. Si alguien tiembla esta nervioso es frágil y demás, puede ser que yo lo sea en cierto grado, pero la verdad es que hay una condición neurológica que multiplica el signo que se refiere a esos estados.

Así, se me hizo tangible la discriminación por algo que te constituye. Vi que las mujeres tienen un relato específico en el mundo, que se ven obligadas a responder a él y, más impresionante, que hay casi un consenso de repudio a el mismo; pero se reproduce de manera subterfugia el primer relato.

Una trampa clara es el repudio del término feminista, con una carga extremadamente negativa, que más allá de la adquisición de este sentido mediante su transcurso histórico -no es que no sea importante- es un ejemplo claro de la resistencia a que el problema sea claro y evidente para todos. Las feministas se vuelven una caricatura, unas locas, violentas que sólo fortalecen aquello contra lo que luchan y lo replican.

Es claro que hay casos que pueden encajar en el perfil negativo del término; pero es impresionante que sea más fuerte esa versión que la positiva. Cómo decir claramente que se busca interesa y defiende la equidad entre géneros y con las mujeres sin la palabra específica.

Así esto produce una disonancia impresionante en la vida, tal como yo la vivi. Cargar un discurso de equidad y respeto, sujeto por completo al contexto relativo al género, mientras las acciones y el discurso en el contexto fuera de él reproducen aquello que se quiere combatir.

Y el problema era cercano, cómo relacionarme con mi madre, novia y hermana -en el contexto más cercano- sin reproducir aquel discurso oculto, que todos cargábamos. Aún sigo sin tenerlo muy claro, cada día es una lucha para tratar de no expandir la misma historia.

Más allá de la superación propia de ese estadio está la confrontación con la reproducción del discurso ante la gente, los medios y demás instituciones. Parece un proceso de alienación, que excluye del circulo social a aquel que no comparte el relato, y más que no compartir el relato -porque supuestamente existe el consenso- que actúa de forma coherente -o al menos intenta mas que los otros- ante el mismo.

Pero es un problema más profundo, que aquí encuentra una expresión clara -hasta cierto punto- pero que está presente también en los discursos sobre nación e identidad, así como en los del éxito y desarrollo personal, el cual podría tener una veta interesante al relacionarse con la situación actual de las instituciones y la forma e intención con la que generan sus discursos.




domingo, 16 de marzo de 2014

Leer a alguien más como leerse a uno.

Las palabras entran en ráfagas, cortando la angustia y aminorando el dolor. Cómo fue escrito esto para mí, de qué forma se alineó el mundo para poder conversar con ese sentimiento. 

Sigo en el dolor, leyendo sobre él y dentro de él. Mi pena proyecta la silueta de lo que espero, se alumbra mediante las palabras de alguien mas. Pero tengo miedo de que la luz proyecte una realidad disonante. Me doy cuenta del valor de lo simbólico, de lo intangible o de aquello que se escurre entre los dedos. 

Miedo a vivir, miedo a sentir. Al mismo tiempo entregarse al ritual sin pensarlo desde fuera, vivirlo, sufrir y gozar dentro de él, para al final percibir que es algo creado y no propio de lo real, así darme cuenta de que yo también soy un relato. 

Las palabras de otros me conforman, las palabras del mundo filtradas por mi sentimiento, que seguro hablaran a alguien mas.