viernes, 11 de enero de 2013

Perros asesinos


Perro sentado

Hablo sin fundamentos, sólo como ejercicio de reflexión absurda o tal vez no tanto. Hay una noticia de esas que a veces creo sólo existen en los medios mexicanos- que están llenos de muchos elementos sui géneris-, la de los perros asesinos que me ha echo reflexionar sobre algunas cosas.



Lo primero y lo tal vez más aburrido es la humanización de los animales, lo digo, un poco llevándolo al limite, cómo la tendencia a pensar cómo bueno o malo a un animal, cómo si pudiera elegir entre obrar bien o mal -mas  toda las relaciones exacerbadas de cariño con nuestras mascotas y las practicas desquiciadas o en ocasiones ridículas de vestirles y, pero aún, pensar que nos odiaran.

Parecería en extremo banal dedicar tiempo a pensar sobre estas cosas y sobre todo tomarles en serio, pero es impresionante como gira el rollo. Creo que el culpable de esta actitud, para bien o para mal, es Walt Disney, fue quien medio vistió a medio mundo animal y además le dio una historia y un temperamento.

Crecimos y nos dimos cuenta de que el personaje aquel era una rata, un perro, un pato y así sigue. En ocasiones hasta le pusimos el nombre del personaje al animal, como si fuera su nombre genérico. Luego ves que su papel es similar al de un objeto, son bienes, insumos, cosas, ya son menos que personajes. Y uno se pregunta cual es el lugar de los animales y no se que responder.

La cosa es que ahora resulta que parece haber redadas de perros, se menciona ya son tantos los detenidos, es cómo de película de terror, onda las abejas asesinas, lo peor es que es real.

También me hizo pensar en lo incomodo y molesto que es que los perros lleven nombre de persona. Primero creí que era por que al dueño se le hacía con mucha chispa ponerle un nombre que parece atrapado en el tiempo y que es anacrónico y entonces chistoso ¿quién se va a llamar así? pienso, piensan. Pero después me di cuanta de que pude ser que sean motivados por Disney y por que la relación con los animales ahora es más cercana. Pero eso se desvanece, la gente le pone a sus hijos el nombre que ellos llevan; los dueños de las mascotas no hacen lo mismo, ninguno llama a su perro igual que el, se encuentran un grado debajo.

Eso me ha llevado a pensar que como acto simbólico le pondré a la próxima mascota mi nombre. Así la gente preguntara por que hice eso y pensará que estoy loco o tarado y así se darán cuenta que podrían pensar lo mismo de aquellos que les ponen nombres de personas a sus animales. Es como el chiste del comotu.

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